El patriarcado ha usado diferentes herramientas para que las mujeres tengamos una desventaja, siempre nos han querido calladitas y hasta el placer nos han negado. La educación sexual también deja mucho que desear, solo se habla de la reproducción, pero ¿dónde se deja al placer? Mis papás tampoco me hablaron de sexo y lo poco que me mencionaron era lo mismo de los libros de texto, como la gran mayoría lo poco que aprendí fue por internet.
Lo conservador de la sociedad pone en un tabú la sexualidad, ¿alguna vez te dijeron que no te tocaras? ¿Entre amigas se comentaron: solo hazlo como te diga? ¿O hicieron que pensaras que tu cuerpo no era merecedor de placer?
Yo era las que creía que mi cuerpo no lo merecía, explorarse no solo era una cuestión de vergüenza inculcada, también era una lucha interna sobre el cuerpo y el deseo, más que preocuparme por mi placer lo que me detenía era no sentirme lo suficiente deseada como para vivir plenamente mi sexualidad; ¿suficiente para qué? ¿suficiente para quién? La respuesta es obvia en esta estructura heteropatriarcal impuesta.
Pasaba mucho tiempo comparándome con otros físicos y cuando comencé mi vida sexual le resté importancia a lo que yo quería o me gustaba, no me había dado la oportunidad de explorarme y enseñar mi cuerpo siempre fue algo que me detenía un poco; apagar la luz, dejarme ciertas prendas, pensar en los ángulos, mi mente solo estaba en otras cosas en lugar de concentrarme en el momento; también algunos hombres con los que estuve solo se preocupaban por ellos mismos, y llegué a cuestionarme muchas veces si había algo malo en mi porque no disfrutaba, hasta llegué a fingir orgasmos, pero eso lamentablemente, es algo muy común cuando platicas con más mujeres.
Yo no me sentía dueña de mi cuerpo por estarme mirando con ojos ajenos, yo no era dueña de mi cuerpo porque del placer y la masturbación de las mujeres no se habla, no era dueña de mi cuerpo porque siempre pensaba en el placer del otrx y del mío me olvidaba, no me sentía cómoda ni libre de explorar.
Reconocí que una de las cosas que necesitaba era intentar mejorar la relación que tenía con mi cuerpo, así que empecé a verme en el espejo y conocer muchos ángulos, dar ese paso fue muy difícil y hasta doloroso, me sentía frágil, vulnerable porque había durado muchos años de mi vida sin quererme ver por completo, vivir mi desnudez me permitió dar ese paso para comenzar a aceptarme, explorarme, complacerme y gozar de mi cuerpo tal cual es, tuve que quitarme la venda del pudor, las ataduras, los estigmas, fue ahí cuando descubrí la maravilla del placer propio, al saber mis texturas, gestos, movimientos, por fin le di voz a lo que sentía y a lo que quería sentir.
Mi cuerpo merece placer, merece ternura, aprendí que como los cuerpos, el placer es diverso y puedes disfrutarlo como más quieras, viene en tacto, con juguetes, en roce, en besos, estando sola o acompañada, vivirlo como más nos guste es revolucionario.
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